La pregunta de los 60.000 millones
Los retrasos y cancelaciones crecen en paralelo al aumento del tráfico aéreo mundial. Pero hay motivos para el optimismo: las tecnologías colaborativas y el big data minimizarán hasta hacer casi desaparecer el siempre temido DELAYED.
No voy a hacerles la pregunta del millón. Hoy voy a hacerles la pregunta de los 60.000 millones porque, lo crean o no lo crean, son 60.000 millones de dólares los que están en juego en la industria aérea cuando sucede una incidencia en la normal operativa de los vuelos.
Las incidencias relacionadas con los vuelos, ya se trate de retrasos, huelgas o cancelaciones motivadas por distintas causas tienen un coste monetario y personal enorme para las empresas. Sirva de ejemplo este dato: un estudio de Amadeus estima que, cada año, el 12% de los viajeros experimenta contratiempos que le impiden cumplir con el objeto de su viaje, ya sea una reunión, la firma de un contrato o un compromiso personal o profesional de relevancia. En la misma línea, las horas de retraso en aeropuertos se traducen en cansancio y pérdida de tiempo y de productividad para nuestros viajeros corporativos, mientras que las cancelaciones por motivos diversos condicionan gravemente la rutina de las empresas, indefectiblemente marcada por los viajes.
El tema de las incidencias de las aerolíneas no es un tema nuevo, y crece en paralelo al tráfico aéreo (concretamente, las incidencias lo hacen a un ritmo anual del 6%). Pero no piensen que el problema solo lo sufrimos los viajeros. También lo sufren las propias aerolíneas, y no solo en términos de imagen. De hecho, la consultora de tecnología de aviación T2RL ha estimado recientemente en 60.000 millones de dólares los costes directos derivados de retrasos y cancelaciones, ya que estos suponen reprogramación de horarios, reacomodo de viajeros, desvíos de aviones y cambios en las tareas y cuadrantes del personal, por solo mencionar algunos de los efectos. Dicho de otro modo, un 8% de los ingresos que genera la industria aérea en su totalidad se esfuman por culpa de los mismos contratiempos que tanto exasperan a los viajeros corporativos.
Ante un panorama en el que todos pierden, ¿hay motivos para el optimismo? Los hay, y son muchos. De hecho, creo que estamos en condiciones de decir que nos acercamos cada vez más decididamente al punto de inflexión de las incidencias aeroportuarias. Y esto va a ocurrir por varios motivos; en todos ellos, el componente tecnológico es crucial.
«El big data permite a los aeropuertos prever qué va a ocurrir en sus instalaciones con una antelación de hasta seis meses.»
En primer lugar, el big data permite a los aeropuertos que trabajan con Amadeus prever qué va a ocurrir en sus instalaciones con una antelación de hasta seis meses. En segundo lugar, las tecnologías de reacomodación inteligente implantadas en aerolíneas y aeropuertos tomarán en consideración la urgencia del pasajero para ofrecerle una gama de opciones personalizadas para continuar su viaje, más allá del ofrecimiento de un asiento estándar en el siguiente vuelo disponible, como ocurre ahora en la mayor parte de los casos. En tercer lugar, los medios sociales han hecho que las aerolíneas tomen cada vez más conciencia del impacto que las incidencias tienen en su reputación. Avanza la preocupación de la satisfacción del viajero, y con ella la inversión en tecnologías de tipo colaborativo e integración de sistemas que permiten a distintas compañías aéreas, aunque sean competidoras, a actuar de manera conjunta en caso de incidencia.
«Nos acercamos cada vez más decididamente al punto de inflexión de las incidencias aeroportuarias.»
La interrupción de la operativa habitual de aeropuertos y aerolíneas es un reto enorme para las compañías aéreas y los aeropuertos, pero ahora, más que nunca, las soluciones comienzan a perfilarse en el horizonte. Es posible que esas interminables horas de aeropuerto bajo siempre temido panel de DELAYED estén a punto de terminar.