La nueva movilidad aérea en el Business Travel tras el COVID-19

El transporte aéreo ha experimentado múltiples cambios y de diverso calado en los últimos años. Como consecuencia de ello, se ha convertido en un modelo de transporte esencial.  Paulatinamente, pero de manera constante, los cielos se han llenado de miles de aviones operados por cientos de compañías aéreas que ponen a nuestra disposición infinidad de rutas aéreas, con múltiples frecuencias y un enorme abanico de horarios que cubren prácticamente cualquier necesidad. Además, el precio de volar es más competitivo que el de otros medios de transporte cuando se comparan los costes para un mismo trayecto.
Los usuarios no hemos sido demasiado conscientes de toda esta transformación. Pero hemos aprovechado la oportunidad que se nos brindaba para viajar y visitar destinos que antes hubieran resultado imposibles. O por lo menos de difícil acceso y desde luego costosos.
El incremento de pasajeros a nivel global ha sido y continúa siendo espectacular (hasta hace solo unos meses). Y la principal palanca de este crecimiento está en lo fácil y barato que resultaba viajar en avión.

El Business Travel también se ha visto enormemente beneficiado de esta evolución. Las empresas han disfrutado de la posibilidad de ampliar sus opciones de negocio y producción. Sin duda impulsadas por la casi infinita red de conexiones aéreas y las alianzas entre operadores que facilitan aún más la conectividad a nivel mundial.
En España hemos sabido aprovechar la situación tanto por el lado del turismo, alcanzando cifras de visitantes extranjeros que llegan a provocar incluso saturación en algunos destinos; y por otro lado, se ha favorecido la internacionalización de nuestras empresas. En la actualidad existen más de 3.000 empresas con implantación exterior y más de 52.000 que exportan regularmente según datos del ICEX.

La desaparición brusca de la movilidad aérea

Todo este idílico universo de libre y nutrida movilidad ha desaparecido de repente. A mediados de marzo, y de forma abrupta, los espacios aéreos se han cerrado. Al igual que las fronteras. Los vuelos se han suspendido y las aerolíneas han parado sus costosísimas flotas de modernas aeronaves a la vez que suspendían la actividad de pilotos, auxiliares de vuelo y de todo su valioso y especializado personal.
La opinión pública en general, incluido el mundo empresarial, no se alarma especialmente por la desaparición absoluta de la movilidad aérea en un principio. La lista de afectados es tan extensa que cada sector se concentra en su propia salvación y aún se afana en ese objetivo. Queda mucho trabajo por delante para conseguirlo y enormes dudas sobre si todos lo conseguiremos.
Pero en estas últimas semanas, aún rodeados de incertidumbres, se ha comenzado a hacer balance de los daños sufridos en cada sector y se ha comenzado también a evaluar el impacto de algunos sectores sobre otros. Se ha establecido un nuevo concepto, lo que hemos llamado “actividad esencial”. Pero en realidad, en una economía de libre mercado como la que veníamos disfrutando, toda actividad es en verdad “esencial”. Si no lo es, simplemente desaparece con el tiempo.
Y de repente, con sorpresa, como corresponde al no haber sido conscientes de las bondades de la oferta de vuelos de que disponíamos (sin quizás merecerlo), nos asalta la realidad y constatamos que sin movilidad aérea no hay turismo. Con lo que eso supone para el PIB de nuestro país y no digamos para el PIB regional de alguno de los principales destinos turísticos mundiales que tenemos la suerte de albergar en España. Y asustados, comenzamos a oír hablar de planes de reactivación, de protocolos de seguridad y de planes de acción que deberían haber ocupado una parte de la agenda institucional de nuestros gobernantes desde el principio de esta crisis.

La nueva movilidad tras el COVID-19

En el ámbito del Business Travel durante estos meses, por obligación o por vocación, las empresas se han visto obligadas a apoyarse en la tecnología para llevar a cabo tareas de comunicación, formación y gestión. Pero el sector empresarial también comienza a alarmarse. Y comprueba las enormes dificultades a las que se enfrenta para atender sus negocios que, no nos olvidemos, se han convertido en globales a lo largo de los últimos años.

La movilidad de los profesionales se ha visto restringida o limitada por un tiempo y el horizonte no resulta muy halagüeño a día de hoy. Aún nos quedan muchas semanas con dificultades por delante. Tampoco es esperanzador anticipar que muchas aerolíneas van a desaparecer como consecuencia de la crisis. Y las que permanezcan se verán igualmente obligadas a reajustar flotas y reducir su oferta previa de acuerdo con el nuevo escenario, con un impredecible pero seguro desplome del tráfico aéreo.

Aviación privada, una solución poco conocida

Ciertos perfiles profesionales en las empresas que antes viajaban con mayor o menor frecuencia podrán readaptarse. Seguramente la tecnología sustituirá a un buen número de movimientos que sí se realizaban antes de la crisis. En otros perfiles se optarán otros medios de transporte que puedan estar disponibles aunque seguro que consumirán más tiempo.
El principal reto está en los altos directivos de las empresas que, como consecuencia de la internacionalización, gestionan múltiples geolocalizaciones de plantas de producción que necesitan reactivarse, gran variedad de nacionalidades en proveedores clave que precisan de supervisión para garantizar la calidad del producto previo al delivery. Y por supuesto, una amplia cartera de clientes con los que hay que trabajar para recuperar su confianza o para seducirles. Todas estas tareas fundamentales en la actividad profesional de cualquier sector difícilmente pueden acometerse en remoto. Necesitan del contacto personal y presencial para garantizar el éxito.
La solución de movilidad en estos casos pasa seguramente por la denominada aviación privada o ejecutiva. Con ella es posible llegar a cualquier destino de manera eficiente y ahorrando tiempo en vuelos directos. También se garantizan elementos actualmente muy valiosos como la seguridad sanitaria durante el viaje, así como en los procesos de salida y llegada. Desgraciadamente esta movilidad es poco conocida en nuestro país. Un modelo de transporte a medida que históricamente ha sido injustamente identificado con estrellas de cine, futbolistas o celebrities. Pero que está dirigido a un espectro mucho más amplio de potenciales usuarios y muy especialmente para altos directivos que precisan maximizar el rendimiento de su tiempo.  
Uno de los ejemplos más destacables del sector es Europair, líder en la gestión de soluciones de transporte aéreo ejecutivo.

Un avión privado ofrece diversas ventajas y niveles de servicio. Pero en estos tiempos repletos de dificultades y riesgos sanitarios es la mejor opción para conseguir la “libre” movilidad en el Business Travel.
La clave está en identificar la relevancia del objetivo del viaje para determinar el grado de obligación y/o interés por realizarlo. Una vez realizado ese análisis previo, como ocurre comúnmente, solo hay que ponerse en manos de profesionales expertos.

Y mientras tanto, la industria de transporte aéreo trabajará para recuperar ese maravilloso universo lleno de opciones y alternativas para viajar que antes disfrutábamos sin apenas valorarlo.


Gerardo Manzano
CEO Europair